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El verano es un momento propicio para incorporar y poner en práctica nuevas pautas y actitudes beneficiosas para la salud, teniendo especialmente en cuenta la interacción existente entre esta y el medio en el que vivimos.

La época estival se asocia, frecuentemente, con un tiempo de descanso y de recuperación de fuerzas, de vacaciones, de días más largos en los que poder disfrutar con nuestros seres queridos y amigos, de comidas más relajadas, de sol y distendidas noches de verano.

 

Pero, además, tal y como señalan el médico especialista en Medicina Interna, doctor Juan Francisco Medina, y el médico experto en Medicina Clínica Tóxico-Ambiental del Hospital San José, doctor Antonio Mª Pasciuto, el verano es un momento propicio para incorporar y poner en práctica nuevas pautas y actitudes beneficiosas para la salud, teniendo especialmente en cuenta la interacción existente entre esta y el medio en el que vivimos.

 

Existe una «inequívoca relación» entre la toxicidad medioambiental y la salud de numerosos pacientes afectados por enfermedades crónicas, emergentes y trastornos funcionales, cada vez más frecuentes. «Como seres vivientes que somos, estamos constituidos como “sistemas abiertos”, en continuo intercambio con el ambiente en el que vivimos. De ahí, que sea fundamental vivir en un ambiente lo más sano posible», apuntan los especialistas. 

 

Advierten al respecto que, en verano, la salud puede verse especialmente afectada por una serie de sobrecargas de tipo químico, físico y biológico que pueden ser perjudiciales y deben evitarse, aportando para ello una serie de recomendaciones y consejos generales.

 

Cómo evitar que la sobrecarga ambiental interfiera en el sueño

 

Durante las horas de sueño nocturno, el organismo pone en marcha una serie de procesos metabólicos de «recuperación, curación, eliminación», que permiten abordar el día siguiente de una manera más sana y con la mejor energía posible. En verano, no es infrecuente dormir menos horas de lo normal, debido en parte al calor, en parte a la simple costumbre de acostarnos más tarde. Por eso, es aún más importante que el lugar de descanso nocturno se encuentre libre de posibles fuentes de «sobrecarga ambiental».

 

  • Fuentes o causas biológicas. Es importante asegurarse de que no existen hongos en las paredes, muebles, suelo u otras superficies del dormitorio. Los hongos y las sustancias químicas que emiten, tienen características de tipo proinflamatorio, alérgico e incluso, posiblemente, cancerígeno. De ahí, que se aconseje mantener, siempre, una ventilación adecuada, y eliminar, en su caso, esta posible fuente de enfermedad.

 

  • Fuentes o causas químicas. Hay que poner sumo cuidado para evitar la presencia en nuestro hábitat de compuestos volátiles orgánicos que pueden proceder, por ejemplo, de muebles de madera contrachapada o de parquet barnizado con productos que llevan formaldehido y otros tóxicos nocivos. Se aconseja utilizar, en la medida de lo posible, productos de limpieza ecológicos para impedir la exposición a insecticidas, formaldehido y otras sustancias químicas de diverso tipo que pueden afectar a la calidad del sueño y a la salud. Además, ante la percepción de olores fuertes y de sustancias químicas, se debe buscar el origen e intentar eliminar estos productos de nuestro espacio y procurar una adecuada ventilación, de manera que estas sustancias sean eliminadas.

 

  • Fuentes o causas físicas. Se deben extremar las precauciones frente a la exposición a campos electromagnéticos. Nuestro organismo funciona gracias a continuas señales de tipo eléctrico en los sistemas nervioso (central y periférico) y muscular, que pueden sufrir interferencias del exterior. Así, diversos estudios e investigaciones han demostrado que la exposición a campos electromagnéticos puede alterar la salud y, sobre todo, reducir la calidad del sueño cuando esta tiene lugar en las horas nocturnas. De ahí, que se aconseje apagar la wifi al dormir, durante la noche. Las ondas electromagnéticas interfieren con la producción de melatonina, una importante hormona que la glándula pineal produce en el cerebro y que regula la inducción y la calidad del sueño. También, es aconsejable apagar el móvil o, al menos, ponerlo en modo avión cuando lo dejemos encima de la mesa de noche. Y, siempre que en el dormitorio haya un televisor, debemos apagarlo «completamente» antes de irnos a dormir, esto es, desenchufándolo y no solo apagándolo a distancia con el mando. 

 

En verano, también puede darse, con mayor frecuencia, una suma de las fuentes o causas anteriormente citadas, debido a la presencia de los molestos mosquitos nocturnos y a la tendencia a acabar con ellos «ahogándolos» con insecticidas que no son inofensivos para la salud humana, o ahuyentándolos con emanaciones volátiles o con repelentes ultrasónicos que tampoco resultan completamente inofensivos. La opción más saludable para resolver este problema es disponer de una malla antimosquitos en cada ventana.  

 

Qué hacer para que la sobrecarga ambiental no afecte a la comida

 

La Medicina Ambiental sugiere que la dieta debe contener vitaminas, minerales, micronutrientes y fitonutrientes, por ser cofactores indispensables para que todas las células del organismo puedan cumplir sus funciones de manera fisiológica. En los meses de verano, dado que, como consecuencia del calor, los alimentos tienden a deteriorarse con más facilidad, se aconseja adquirir productos preferiblemente frescos, evitando llenar la nevera y haciendo pequeñas compras de manera frecuente. 

 

También, en la medida de lo posible, se debe consumir fruta y verdura biológica que evite cualquier sobrecarga de insecticidas y pesticidas. Y, por supuesto, es muy importante hidratarse adecuadamente, bebiendo mucha agua y no sólo a lo largo del día durante las horas de mayor calor, sino, también, durante las noches ligeramente calurosas, para mantener la adecuada temperatura corporal. 

 

Cómo protegerse del sol y aprovechar la vitamina D 

 

El verano en Canarias se suele acompañar de una mayor incidencia de los rayos solares en la piel. De ahí, la recomendación de utilizar siempre protectores solares adecuados que eviten no solo su envejecimiento acelerado sino, también, lesiones dermatológicas de tipo premaligno o maligno. Sin embargo, a la vez que protegen la piel, los protectores solares bloquean que el cuerpo humano pueda sintetizar la vitamina D. Esta vitamina es, sin duda, muy importante, tanto para el metabolismo óseo y del calcio, como para el funcionamiento adecuado de los sistemas nervioso, muscular e inmunitario. Pero, además de obtenerse a través de la fuente solar, la vitamina D puede asimilarse, también, por medio de la dieta y mediante suplementación. Lo ideal es que los baños de sol sin protector solar sean muy breves –sin superar los 10 min– y siempre bajo asesoramiento médico-dermatológico. En cualquier caso, si sobreviniera una deficiencia de vitamina D, algo frecuente en la actualidad, el médico de cabecera puede prescribir el suplemento necesario para cada caso.

 

Los anteriores consejos generales, no serán suficientes para aquellas personas que sufran algún tipo de patología, según refieren los especialistas de Hospital San José. Estos pacientes deben seguir «estrictamente» las indicaciones de su médico de cabecera o del especialista que lleve su caso concreto. Aquí, el consejo más importante –destacan–es «no abandonar ni saltarse ningún tipo de tratamiento simplemente porque ha llegado el verano y se está de vacaciones o de viaje, debiendo cumplir las medidas terapéuticas prescritas». 

 

Diagnóstico y tratamiento de las enfermedades ambientales

 

La Sección de Medicina Clínica Tóxico-Ambiental de Hospital San José realiza un correcto diagnóstico diferencial y etiológico, basado en modernos análisis de laboratorio, validados internacionalmente, a partir de los cuales poder excluir o verificar los factores tóxico-ambientales causantes de enfermedades. 

 

Una vez identificados, la terapia consiste en reducir o interrumpir la exposición a las sustancias tóxicas desencadenantes presentes en el medio ambiente, en eliminar del cuerpo las sustancias tóxicas y los elementos responsables, y en apoyar los mecanismos de defensa del organismo, principalmente inmunológicos y enzimáticos. 

 

Además, el hecho de reducir o evitar el contacto con factores ambientales dañinos, favorece la prevención primaria entre personas sanas.  

 

Fibromialgia, Síndrome de Cansancio o Fatiga Crónica, Síndrome del Edificio Enfermo, Sensibilidad Química Múltiple o Hipersensibilidad Electromagnética constituyen patologías multifactoriales, provocadas mayoritariamente por factores tóxico-ambientales que, aunque incidan a bajas dosis, se magnifican ante una susceptibilidad individual, relacionada con la constitución genética, y ante la disfunción de los sistemas inmunológico, endocrino o enzimático, entre otros.